lunes, 12 de diciembre de 2016

  QUEBRACHO HERRADO  

La batalla de Quebracho Herrado fué el 28 de noviembre de 1840 y posiblemente hayan estado peleando en ella los hermanos Guedes. Rafael el mayor tenía a esa fecha 16 años. Carlos Cayetano 15 años y Pablo Romualdo de 11 años seguramente recuerde las aventuras de sus hermanos en sus relatos ya que era muy chico para la guerra. Ganaron los federales, con Oribe a la cabeza. Los unitarios que deseaban la caida del rosismo, tuvieron que huir con Lavalle  y sus seguidores a Entre Ríos y Uruguay.
Casi 33 años después de la batalla, con la intención de asegurar sus fronteras con respecto a las provincias vecinas (en nuestro caso Santa Fe) y de dar mayor ingreso a su erario, el Gobierno Provincial decide vender las hasta entonces tierras públicas a particulares. En 1873.

Es así que Rafael Guedes se convierte en el primer propietario de lo que luego sería la colonia Quebracho Herrado, hecho que cobraría forma en 1888 cuando,  tras varios traspasos, sus recientes compradores, Luciano Leiva y José Macia deciden acogerse a la Ley de Colonias de 1886.

Por este comentario Rafael Guedes adquiere la propiedad en el año 1873. El  ya estaba casado con Marta Torres y Gusmán, una cordobesa de raza aborigen con quien tuvo varias hijas. Vivían en el campo, cerca de la localidad de Cacharí , partido de Azul. En el año 1872 es nombrado comisionado en la comunidad de Azul. Su hermano Pablo Romualdo Guedes es el que se queda con dicho campo, ya que es parte de la herencia que les deja a sus hijos. En este documento , libreta de recibos del año 1878, Rafael Guedes y Carballo firma la transacción que realizaron de 10.000 pesos fuertes, parte de algún flete  de mercancias.
Tanto Rafael como Romualdo fallecen en el año 1881, quedando Carlos su hermano como tutor de los hermanos Romualdo y Oscar Guedes. 
    
                    Cuando fueron mayores de edad, cerca del fin de siglo (1897) comenzó el juicio famoso en que el presunto abuelo paterno, Mamerto Bustos y sus abogados les sacaron la mitad de la fortuna de sus padres.


TEl campo de Quebracho Herrado de los hermanos Guedes.
En 1916 se dividió y fué propiedad de Romualdo Manuel Guedes. Perteneció a la familia hasta 1941.

Pedro Pablo Rosas y Belgrano se consagró –nada menos- que al Negocio Pacífico con los Indios. Esto es: el gobernador había establecido un sistema de regalos - incluyendo 1000 yeguas para cada cacique, paños para poncho, yerba, azúcar, caña, naipes, camisas, botas fuertes y hasta violines o acordeones – a cambio de que los caciques abandonaran sus malones. Y en caso de no poderlos evitar, que castigaran a sus autores. Por eso, en los documentos de la época, se hablaba sólo de "indios ladrones" o "indios amigos" sin referencia especial a ninguna tribu. El proyecto de Rosas consistía, evidentemente, en rodear a los pueblos y fortines de una población estable de indios amigos, que fueran un cinturón defensivo, a la vez que se iban incorporando a los hábitos y costumbres de los cristianos. El artífice de este minucioso bordado fue Pedro Pablo Rosas y Belgrano, que se ocupaba de las raciones para Ignacio Coliqueo, Juan Calfucurá, Cipriano Catriel , Painé, Cachul y otros temibles jefes de indiada, con quienes trataba personalmente para ajustar las paces en largos parlamentos..

jueves, 4 de agosto de 2016

Nuestro Arbol Genealógio


Pablo Romualdo Guedes

Pablo Romualdo Guedes nació en San José de Flores y fué bautizado el 28 de enero de 1829. Cuarto hijo de Don Wenceslao Guedes y de Doña Polonia Sosa pasó su infancia junto a sus padres y hermanos en las chacras de la zona, junto a sus hermanastros Carballo. Todos descendientes de los portugueses que abundaban por este pueblo. Siendo ya mayor de edad se dedicó al comercio, viajando continuamente por el interior de nuestro pais. El 16 de mayo de 1857 se casa con Delfina Pacheco, hija de Gregorio Pacheco y Dorotea Garzón, tuvieron tres hijas: Delfinita que nació el 20 de agosto de 1857, Agustina el 19 de mayo de 1858 y Elvira en el año 1867. Antes que Elvirita cumpliera los 2 años su madre muere. Vivían en el barrio de Monserrat, en la calle Belgrano 393. En esos tristes días fué su hermanastra Juana Manuela Carballo la que se encargó del cuidado de sus hijas y su sobrina: Juana Torchelli ayudaba con la costura. Ya que Romualdo viajaba mucho por los pagos de Cañuelas, Azul, Bahia Blanca, Entre Ríos, Córdoba, siempre estaba haciendo negocios y recibiendo dinero que traía a la Capital.
Se casa con Doña Julia Bustos cerca del año 1875, y el 26 de marzo de 1877 nace mi abuelo Manuel Romualdo Guedes, conocido por todos nosotros como el Tata Romualdo, igual que su padre, los primeros nombres no se usaban. El 27 de julio de 1879 nace Angélica, cuyo primer nombre era Dominga y nunca usó. Luis Oscar nació en 1880 y por último Julio que nació en 1882, después que muriera su padre, su madre también murió en el parto y falleció a los 3 añitos el 12 de enero de 1885. Estos hermanitos fueron criados por sus tíos Don Carlos y Sinforosa que ya tenían unos cuantos hijos propios en la quinta "La Constancia".
Carpeta de la finada Angélica 1893


Don Romualdo Guedes 1829- 1881

Doña Julia Bustos  *1882

Campo en Córdoba

viernes, 22 de julio de 2016

Don Carlos Cayetano Guedes

Para el año 1860, Don Carlos Cayetano Guedes, que había nacido el 7 de agosto de 1825, era el Teniente Alcalde de San José de Flores. Había sido educado y preparado por su padre para tal fín.
Aunque se desempeñó como agricultor al lado de su padre, su carrera militar lo llevó a estar en varias batallas , hasta la de Caseros, donde fué derrotado Don Juan Manuel de Rosas. Continuó en su labor patriotica ayudando a la comunidad de San José de Flores en los momentos de la organización Nacional. En el año 1853 se estableció difinitivamente en su Quinta "La Constancia", cambiándole a su padre parte de la propiedad por una casa en la calle Lorea de la Capital. En el año 1865 se casa con Doña Sinforosa del Carmen Suarez y Bejarano, jóven de apenas 15 años, formando una gran familia con una docena de hijos y tres sobrinos que habían quedado huerfanos en el año 1882. 





viernes, 15 de julio de 2016

Marta Guedes de Torchelli

Marta nació el 25 de febrero de 1819, en San José de Flores. La mayor de los hermanos Guedes, la única mujer, se casó joven con Juan Torchelli. Sus hijos, ocho en total, fueron los únicos beneficiados con la herencia de su padre Wenceslao. Carmen, una de sus hijas le bordó un cuadro en Punto Cruz. Labor que seguramente le enseñaban en la escuela.
A los once años tal cual se refleja  esta foto,de tal primoroso regalo.

Esta foto es de Marta Guedes de Torchelli, ya mayor, posiblemente viuda. En el censo de 1895 la encuentra en la ciudad de Buenos Aires viviendo con tres de sus hijas solteras Manuela, Arminda y Ana. Juana, Fabio, Ignacio y Enrique se habían casado al igual que Carmen.


































































viernes, 8 de julio de 2016

Juro no olvidarlos

por Alfonso Beccar Varela


¿Porque me miran serios desde fotos color sepia
esos hombres y mujeres del pasado?
¿Es tristeza o amargura lo que borra su sonrisa…
o es miedo de ese olvido al que han sido relegados?

¿Sabían ya hace tiempo, posando ante el artista,
que ingratos descendientes perderían su recuerdo,
y mirarían esta foto sin saber decir su nombre,
sin saber por qué guardarla… tentados de tirarla,
o venderla por migajas en un mísero anticuario?

¿Sabían tal vez, que del país que construyeron
ya no quedan sino ruinas, unas vivas, otras muertas,
pero cada vez menos y todas despreciadas
por un pueblo sin memoria y poco honor
y sin tiempo para ellos y lo que ellos nos legaron?

¿Sabían acaso cuan fugaz sería su impronta
en el recuerdo de sus nietos y parientes,
que heredando genes y frutos de una vida de trabajo,
no supieron construir o sumar sobre su herencia,
pero optaron indolentes por el placer y el despilfarro?

Yo los veo en mi pantalla, los miro a los ojos desde ahora,
y lamento no ser parte de aquel tiempo ya pasado,
de esos siglos llenos de oportunidades y promesas,
habitados por héroes, por gigantes ya olvidados.
 

Yo los miro siempre con orgullo, sin temor y con cariño,
y lamento no estar con ellos, sentado en un salón,
aprendiendo de sus vidas, sus historias y recuerdos,
entendiendo sus opciones, sus motivos, sus amores.

Y entre los escombros de este país que una vez quiso ser grande,
pero ahora prefiere agacharse mediocre y sin valores,
quiero que oigan al menos una voz que grita solitaria:
“¡Aún no han muerto! ¡Acá viven todavía en mi recuerdo!”

Que me oigan desde el cielo los que ahí hayan llegado,
y reserven un lugar, un sillón junto a su lado,
para este nieto, heredero de tantos sueños rotos,
que no deja de quererlos y jura no olvidarlos.