En 1829 se dicta un decreto, del gobernados Juan José Viamonte, que expresa " Los vecinos de la campaña, hijos de la provincia y los avecinados a ella, naturales de la República que quieran establecerse en la linea de fronteras del arroyo Azul y campos fronterizos pertenecientes del Estado, recibirán en propiedad una suerte de estancia de la extención de media legua de frente por legua y media de fondo".
Era obligación instalarse con sus familias y personal de trabajo en el lugar que se le otorgara; construir habitaciones y pozo de balde, poblar la tierra en el plazo de un año con un capital de no menos de 100 cabezas de ganado vacuno y otros 100 de ganado caballar. En caso de dedicarse a la agricultura, el producto tenía que representar un capital equivalente. No se podía enajenar la propiedad por cambio, venta o traspaso; sin el consentimiento del Comandante General de Campaña, quien era el encargado del cumplimiento de este decreto y quien debia calificar a los pobladores, establecer el punto y la distribución de la tierra. El gobierno se comprometía a practicar las mensuras y amojonamientos de los terrenos. A los 10 años de poblada y previa demostración que los propietarios habían cumplido las obligaciones estipuladas en la ley, se le extendía el título de propiedad de la suerte de estancia, ante la Escribanía Mayor de Gobierno.
Cuando el Comandante General de Campaña, Don Juan Manuel de Rosas, fue electo Gobernador en 1832, decide fundar un Fuerte y un pueblo junto al mismo "San Serapio Mártir del Arroyo Azul.
Si bién esto fomentó la instalación de muchas familias en la capaña, también hubo muchos privilegios para los hermanos, y amigos de Rosas que se beneficiaron con enormes propiedades.
Los indios Ranqueles también se establecieron en la zona formando sus tolderías, dejando de ser nómades, trabando amistad y adquiriendo algunas de las costumbres de los "huincas". Aunque los malones sigueron azotando la zona, llevandose ganado y cautivas, hasta el año 1870.
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